GKS 2232 4º: Guaman Poma, Nueva corónica y buen gobierno (1615)

  • Tabla de contenidos

|<

<

>

>|

La obediencia en los tiempos del Ynga y en los primeros años de la conquista, pág. 931

918 [932]

CONZEDERACIÓN

a la cárzel pública. Y allí estubo preso dos meses en el calaboso cin dalle fabor ni ayuda. Que toda la ciudad fueron contra él ni auía quien le diera un jarro de agua por amor de Dios, cino que fue una muger prencipal cristiana, doña Ynés de Uillalobos, que lo seruía y daua de comer por caridad, aunque después le prendieron a esta dicha señora por la limosna que hizo.

Y trageron por jues de la ciudad de los Reys de Lima a un jues de poca caridad y era su enemigo mortal; quando le dixeron que uenía un alcalde de corte por su jues, luego dijo don García: “Miserere mey deus secundum magnam misericordiam tuam”: “Comendo mi ánima en Dios y a la Uirgen María y a sus santos.” Y dixo que ya uenía su cochillo y uerdugo y muerte que Dios lo quería, ací cúmplase su boluntad: “Que uiene mi enimigo; es mi muerte.”

Y ancí desde entonses, comensó a hazer penitencia. Hasta morir no sesó y se puso selicio y descalso y no se tresquiló, haziendo oraciones, lloraua cienpre.

Y ací al pobre caballero le leuantaron testimonio sus criados que tenía el dicho don García, llamada Peralta, Orejón, Urbina. Estos dichos tres criados rrobaron una tienda para jugar y desta culpa le quizo castigar a los susodichos. Y por uengarse lo declararon y juraron falsamente contra el dicho don García, leuantado testimonio de cómo se quería alsarse contra la corona rreal. Y se fueron a decillo a todos sus enemigos.

Y ací al dicho don Melchor Ynga le leuantaron y al dicho Alonso Gutierres Houero le dieron garrote y murió mártir y le hicieron quartos. Al pobre don Carlos Melchor Ynga le enbarcaron a España. Y a don García le sacaron a la justicia.

Salió a comulgarse; allí lo uieron todos sus enemigos que desearon uengarse. Como uido a sus enemigos, alsó las manos y los ojos al cielo y lloró teniéndole lástima daquellos testimonieros. No tenía pena de su persona, ya sauía que auía de morir mártir y que era seruidor de su Magestad, que todo era mentira.

Y ancí le sacaron todo cubierto de luto como a malhechor, ciendo caballero y seruidor de Dios y de su Magestad. Y le subieron en una mula, preso en las manos un santo crucifixo. Lleuaua los ojos todo cubierto de lágrimas, hincado al cielo y al santo crucifixo, rrezando en unas oras todas las letanías y miserere mey. Y andaua por todas las calles pidiendo perdón, deziendo a boses que la ciudad le leuantaua testimonio. Como aquel cordero santo le leuantó los judíos y sayones, ací le leuantaua testimonio, que él era cauallero, seruidor de Dios y de su Magestad y del áuito del señor Santiago.

Llegó al tablado questaua en la plasa, cubierto de luto. Y allí se confesó y se puso a las manos de Dios su ánima y su cuerpo a las manos de sus enemigos y del uerdugo. Y dixo: “Mi ánima sea con Dios y con la uirgen Santa María, con todos los santos y santas, ángeles.” Alsó los ojos al cielo y puso la cauesa al degüello con un amor y caridad a las manos del uerdugo. Y ací le degollaron. Murió santo mártir.

Y después escríuieron un mestizo y el negro uerdugo falsa y mentira y fueron castigados y el testigo yndia, negra fueron castigados. Y lo puciero la cauesa con el letrero en la plasa: “Afrenta y deshonrra de la ciudad” Luego lo sacaron los cristianos, que ci fuera traydor, no lo sacara. Desto hizo la ciudad gran daño a los pobres flayres franciscos. Y ací se acabó.